Nunca Bastante fue tan poco
Sopese la idea toda la tarde, desde que llegue a la casa de Mati, esta vez lo haría, estaba seguro que lo haría, al principio, solo estuve sentado a la mesa de formica negra con el mientras hacíamos tareas, o eso hacíamos creer cuando desparramábamos hojas rayadas y cuadriculadas por la mesa, y hablábamos de mujeres, salidas, y tonteras, todo de lo que hablaría un chico normal de nuestra edad. Pero ese día seria distinto, muy distinto, en cuando Mati estaba despreocupado, atine a decirle -Me voy a mear y vengo- Comencé a subir las escaleras, con pasos decididos, escuchaba rechinar los escalones bajo mis pies, pero esta vez, no doble a la izquierda para meterme en el baño, esta ves me pare enfrente de la puerta de ella, la hermana de Mati, tome un gran respiro.
Abrí la puerta y la cerré de un portazo, no era lo que quería, pero el viento ayudo a mi entrada, ella se sorprendió, y se paro de golpe de la silla donde estaba, haciendo que esta cállese hacia atrás, se quedo petrificada viéndome, y mi respiración se agito y mis hombros se tensaron hacia atrás por el nerviosismo, sus ojos no dejaban de mirarme fijo, ella parecía una gacela, a punto de saltar al mas mínimo de sus mis movimientos, O quizás era de cazador la forma en la que me miraba, como si pudiese detenerme con la mirada.
Luego de unos leves segundo, mi cuerpo grito que debía hacerlo, y como si fuese impulsado por un motor, recorrí de dos zancadas el espacio que había entre nosotros, y la tome con fuerza de los brazos, ella intento zafarse, pero al notar que no podría hacerlo me miro a los ojos y me espeto-¿Qué crees que estás haciendo?¿Quién te crees que eres, para entrar aquí así? !Suéltame!-
-.Por una vez desde que te conozco, hazme caso y cállate. Voy a besarte y te aviso para que estés prevenida, porque lo haré quieras o no.-
Lo que le conteste, parecía algo ajeno a mi, mas bien parecía como si mi cuerpo, mi instinto estuviese rugiendo esas palabras.
Ella comenzó a decir algo a lo que no le preste atención, y la bese con todo mi cariño, mi amor contenido durante años, de verla y estar tan lejos y a la vez tan cerca de ella, mi manos se movieron por si solas, buscaron ese pelo que fue protagonista de tantos sueños y pesadillas, ella se revolvía mucho, y gesticulaba así que la solté, temía lastimarla.
Me encamine hacia la puerta, con un gran suspiro en mi corazón, temía darme vuelta y verla a los ojos, pero nunca antes me había sentido tan relajado en mi vida, algo me detuvo, era ella, que tiraba de mi , me di vuelta y me detuve a mirarla, intentado descifrar si quería otro beso, pero una fuerte cachetada me saco la idea de la cabeza, luego de eso, solo pude sonreír, esa fue nuestra primer caricia, no como esperaba, pero hermosa igual, bese su mano, y una leve risa se escapo de mi cuerpo, como liberándome de todo.
Volví a girar y me fui por la puerta, al bajar, Mati me pregunto por que tarde tanto, y le dije que me sentía mal, que me iría a casa, todo eso intentando de que el no notase el color que empezaba a tomar mi mejilla. Al salir la noche me recibió con un soplido de aire calido, y yo no pude dejar de pensar en el sabor de sus labios.
Nunca mucho fue bastante
Estaba sentada en la silla, intentando estudiar las páginas del libro que yacía en la mesa, la luz incidía en mí de forma vertical y parte del texto quedaba casi en penumbra, por más que me esforzaba, no era capaz de acabar de leer ni una sola línea sin que se me juntaran las letras, formando una maraña oscura, igual, sentía algo extraño, me mantenía alerta, pues todo se encontraba en ese estado de calma que precede a la tempestad y que es casi tangible en el aire.
De repente, él irrumpió en la habitación, cerrando la puerta con un sonoro y violento movimiento, que a pesar de todo, lo que tardo ante mis ojos eso, me sorprendió completamente, haciéndome saltar de la silla la cual callo detrás de mí. Le miré estupefacta, mientras él estaba allí, frente a mí, evaluando la situación. Respiraba agitadamente y sus hombros se tensaban hacia atrás, en una pose que se parecía lejanamente a un toro bravo a punto de embestir. O quizá era de torero la forma en la que me miraba, como si con eso, pudiese matarme.
De pronto, como si alguien hubiese apretado un botón y tras algunos momentos tensos, recorrió los pocos metros que nos separaban, Agarrándome con fuerza de los brazos, sin que apenas pudiese reaccionar. Me lastimaba y después de un par de intentos de zafarme, lo miré desafiante diciendo:- ¿Qué crees que estás haciendo?¿Quién te crees que eres, para entrar aquí así? !Suéltame!
- Por una vez desde que te conozco, hazme caso y cállate. Voy a besarte y te aviso para que estés prevenida, porque lo haré quieras o no.- dijo entre dientes, con una voz dura y ronca que me atemorizó. En sus ojos veía arder la furia más visceral jamás imaginada, mientras yo, procesaba lentamente sus palabras y lo confuso de la situación.
- Tú estás borra…-comencé a decir, pero me interrumpió violentamente, besándome con rabia, apretando sus labios contra los míos mientras me agarraba de la nuca con ambas manos. Intenté separarlo con los brazos que estaban libres, pero era como intentar mover una pared.- ¡De-teeen-te!...- intente decir, entre sus labios.
Cuando por fin se alejó de mi, estaba tan enfadada que le habría tirado algo, lo que mas a mano tuviese.
Con un aire de despreocupación total se dirigió a la puerta mientras yo lo miraba confusa, imaginando sus intenciones de marcharse sin más, le tomé del brazo, haciendo que me mirara, entonces cuando nuestros ojos se encontraron, le pegue una cachetada con toda la fuerza que fui capaz de juntar en una mano y el lo único que hizo fue tomarme la mano y besar el dorso de esta, mientras sonreía sobradoramente.
Cuando desapareció de la habitación, de pura frustración, comencé a golpear la pared, lastimándome, hasta el punto que me sangrasen los nudillos. Me senté en la cama, intentando controlarme y no romper nada, miré despreciadamente el libro que seguía sobre el escritorio,-Creo que se acabó el estudio por hoy- dije, y acto seguido me tire en la cama, cerrando los ojos y dejándome atrapar por un sueño ligero y agitado, en el que no dejé de evocar el sabor de sus labios.
De repente, él irrumpió en la habitación, cerrando la puerta con un sonoro y violento movimiento, que a pesar de todo, lo que tardo ante mis ojos eso, me sorprendió completamente, haciéndome saltar de la silla la cual callo detrás de mí. Le miré estupefacta, mientras él estaba allí, frente a mí, evaluando la situación. Respiraba agitadamente y sus hombros se tensaban hacia atrás, en una pose que se parecía lejanamente a un toro bravo a punto de embestir. O quizá era de torero la forma en la que me miraba, como si con eso, pudiese matarme.
De pronto, como si alguien hubiese apretado un botón y tras algunos momentos tensos, recorrió los pocos metros que nos separaban, Agarrándome con fuerza de los brazos, sin que apenas pudiese reaccionar. Me lastimaba y después de un par de intentos de zafarme, lo miré desafiante diciendo:- ¿Qué crees que estás haciendo?¿Quién te crees que eres, para entrar aquí así? !Suéltame!
- Por una vez desde que te conozco, hazme caso y cállate. Voy a besarte y te aviso para que estés prevenida, porque lo haré quieras o no.- dijo entre dientes, con una voz dura y ronca que me atemorizó. En sus ojos veía arder la furia más visceral jamás imaginada, mientras yo, procesaba lentamente sus palabras y lo confuso de la situación.
- Tú estás borra…-comencé a decir, pero me interrumpió violentamente, besándome con rabia, apretando sus labios contra los míos mientras me agarraba de la nuca con ambas manos. Intenté separarlo con los brazos que estaban libres, pero era como intentar mover una pared.- ¡De-teeen-te!...- intente decir, entre sus labios.
Cuando por fin se alejó de mi, estaba tan enfadada que le habría tirado algo, lo que mas a mano tuviese.
Con un aire de despreocupación total se dirigió a la puerta mientras yo lo miraba confusa, imaginando sus intenciones de marcharse sin más, le tomé del brazo, haciendo que me mirara, entonces cuando nuestros ojos se encontraron, le pegue una cachetada con toda la fuerza que fui capaz de juntar en una mano y el lo único que hizo fue tomarme la mano y besar el dorso de esta, mientras sonreía sobradoramente.
Cuando desapareció de la habitación, de pura frustración, comencé a golpear la pared, lastimándome, hasta el punto que me sangrasen los nudillos. Me senté en la cama, intentando controlarme y no romper nada, miré despreciadamente el libro que seguía sobre el escritorio,-Creo que se acabó el estudio por hoy- dije, y acto seguido me tire en la cama, cerrando los ojos y dejándome atrapar por un sueño ligero y agitado, en el que no dejé de evocar el sabor de sus labios.
Un agradecimiento especial a alguien que ya no recuerdo.
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