- Dame dos razones para no matarte…
- Ahora solo puedo darte una, y es que todavía no conoces como termino la historia.
Ella se detuvo por un instante y dejo de ir y venir frente a mi, en sus ojos había una lagrima que hace rato renegaba con su entrecejo, era una lucha interna, ella no sabia aun si romper a llorar o terminar el trabajo, disparar esa bala en la recamara, que debía sentir la emoción de cumplir su sueño de ser despedida en pocos instantes, yo personalmente, añoraba que ese sueño no se concretase.
Ella volvió a rodearme, cada ves que lo hacia, el miedo me embargaba, uno nunca sabe lo que puede pasar por la espalda, quizás sus ojos, de un instante al otro, se convertirían en un mar de ira, y adiós a mi vida, pero no podía seguirla con la mirada, las gruesas sogas que apresaban mis hombros y todo mi cuerpo estaban bastante tensas. Eran sogas gruesas, de esas que se utilizan para atar embarcaciones, o en lo establos para delimitar cada corral, y desgraciadamente estaban perfectamente anudadas, desventajas de que tu secuestrador halla sido una buena tejedora, pensé, pero la risa por mi buen chiste no se manifestó, mi yo animal, seguía demasiado pendiente de que el predador se hallaba detrás de mi.
Recorrí con la mirada rápidamente el lugar, como si necesitase volver verlo, hace mas de 6 horas estaba sentado allí escuchándola hablar, gritar, amenazarme, suspirar y volver a hablarme, este circulo agónico se había repetido hace ya seis horas, y a cada instante, cosas nuevas brotaban de entre los repetidos y muertos argumentos, y no es que supiese que habían pasado 6 horas por observar el reloj en mi muñeca, al que no alcanzaba a ver, sino por que en la pared, al lado de aquel destartalado calendario, de ya hace unos años atrás, en el que se observaba un paisaje, tan brillante y tan perfecto, que aborrecía, estaba el reloj de marco rojo, casi tan antiguo como el calendario, fuera de hora, pero agradezco al cielo que funcionando. El lugar era casi tan lúgubre como aquellos dos objetos, era un antiguo garaje, en el suelo todavía se veían manchas negruscas, de grasa o de nafta derramada hace años, las ventanas estaban todas tapadas por maderas cruzadas, y por chapas de metal agarradas a oxidados remaches, la única luz que iluminaba, era un antiguo foco, amarillento, que colgaba del techo, de esos que están cubiertos por media jaula de metal.
Ella volvió aparecer por mi izquierda, haciendo que levemente me sobresaltase, pero a la vez, agradeciendo tener mas minutos, ella era suave, y sus movimientos eran mas suaves y silenciosos aun, piernas de bailarina pensé, se podía mover con gracia incluso en situaciones como estas, pero esta vez, se alejo de mi, hacia una de las partes mas obscuras de el lugar, mientras la veía alejarse, intente mover rápidamente las muñecas para sacarme, y funciono, un dedo logro escaparse de la opresión, debía ser que el sudor en mis manos, ese sudor frió debido al miedo, estaba ayudándome, pero al notar que no daría resultado si no me sacudía un poco mas me limite a verla irse, llevaba un pantalón de Jean gastado, de esos que tienen las puntas rotas, por haber caminado tanto pisándosela levemente, por las topper rojas que estaba usando ahora mismo y para completar su atuendo, una blusa negra, cruzada por pequeñas líneas blancas. Apenas desapareció unos segundos de mi vista, y reapareció trayendo una silla muy similar a la mía, y en la misma mano que sostenía el arma, un peluche de un conejo, tarde apenas medio segundo en reconocerlo, era el peluche que le regale cuando cumplimos un año. Lo traía colgando de la oreja, como si se tratase de un bolso, pero de todas formas, lo trataba con cuidado, el conejo había esta en mejores condiciones que ahora, pero el tiempo y tantos manoseos termino desgastándolo por completo.
Ella volteo la silla, y dejo el respaldo apuntado directamente hacia a mi y mientras se sentaba sin dificultad mirándome, apoyo el arma de costado contra la silla, me estructuro los ojos por apenas unos segundos y luego me dijo de forma tranquila, - anda, cuéntame la historia - como si fuese una niña pequeña a la cual están a punto de relatarle un cuento antes de irse a dormir.
Trague saliva, la poca que me quedaba y carraspeé un poco con la boca reseca, para que el relato, saliese con la mayor fluidez posible
- Recuerdas aquella noche, la de la fiesta de ana?- ella asintió levemente, claro que lo recordaba, no se lo iba a olvidar, ni yo tampoco – Bueno, aquella noche, tu recuerdas que yo y los chicos nos fuimos, diciendo que mas tarde volveríamos con tragos, pero nunca volvimos, y me arrepiento de eso, pero lo que paso, es difícil de creer, Gabriel iba manejando, el era junto con migo, los que menos alcoholizados estábamos de los 4, pero de todas formas, no sabíamos bien a donde nos dirigíamos, la casa de ana era en una quinta, y los caminos eran sinuosos, así que debimos habernos pasado la segunda curva, o quizás la tercera, realmente, no podría decirte precisamente donde nos confundimos, el echo es que nos perdimos, pero el no dejo de manejar, ni yo le dije que lo hiciera, la noche en esos campos era obscura, y a ninguno nos apetecía quedarnos allí, seguimos andando durante un buen trecho, y siempre en línea recta, esperando encontrarnos tarde o temprano con alguna ciudad o algún poblado, pero fue mas tarde que temprano, por que con los últimos atisbos de noche, también se nos acabo el combustible, pero a lo lejos, se veía una pequeña gasolinera, maldigo el momento en el que la vimos. Todos nos bajamos del auto, y comenzamos a empujar. Llegar no fue tan complicado, así que mientras poníamos el cargador en el tanque, Gabriel fue a pagarle a la empleada, una chica con pelo atado, que se veía escapar por la gorra, y un conjunto azul proporcionado por la gasolinera ...después de allí todo ocurrió demasiado rápido, Gabriel llego al auto con las manos todas ensangrentadas, diciendo que el no había echo nada, que ella sola lo hizo, Alan corrió directamente de donde había salido Gabriel instantes antes, y ese fue el ultimo momento que lo vi a el también, Santiago, comenzó a correr en la dirección por la que habíamos venido asustado, como si la misma muerte lo persiguiese, Gabriel se subió rápidamente al asiento del acompañante, y yo, sin saber bien todavía como, me encontraba acelerando el Chevy rojo a todo lo que daba y alejándome de aquel lugar”.
Ella parecía ni siquiera asombrarse mientras yo le contaba los hechos y yo cada vez me exaltaba mas, hace mucho tiempo que no hurgaba entre esos recuerdos, y para colmo, a cada momento que me movía hacia delante, mi silla chirriaba y ella parecía mas enojada, afortunadamente, en uno de esos vaivenes, logre sacar mi mano de entre las sogas, pero no seria lo mas prudente del mundo moverla, así que simplemente, fingí seguir con mi historia con normalidad.
“Cada vez me alejaba mas rápido de esa gasolinera, y no tardamos en encontrar la autopista, todo el trayecto fue echo en silencio, Gabriel no hacia mas nada que frotarse las manos una y otra ves, intentado quitar sangre, que ya hacia rato que no estaba allí, sino que se encontraba en su remera blanca de “the police”, no le pregunte absolutamente nada de lo que había ocurrido allí, creo que no quería enterármelo, y por la cara de el, pienso que el tampoco prefería contarlo. Llegamos rápidamente a otro poblado, y nos metimos en la primera cafetería que vimos abierta, no sin antes cambiar la remera de Gabriel, nos sentamos a una de esas mesas plasticidades por un mantel, que ya tenía una capa de grasa perenne encima. Ambos pedimos una hamburguesa, no teníamos para mucho mas, y mientras la masticábamos cada uno extravió su mirada en lo que tenia de su lado, el en la ventana, y yo en el televisor, tarde mas de un instante en comprender, que en las ultimas noticias, se veía la cámara, de una olvidad gasolinera filmando a los supuestos asesinos, el locutor en un estimado momento, detuvo la grabación y enfoco en grande la cara de Gabriel, diciendo que si alguien tuviese información de su paradero, la entregase con urgencia. Mire a Gabriel por un instante, y agradecí que la televisión no hubiese tenido el volumen encendido, el seguía en su abstracción mirando por la ventana, así que mientras el se llevaba un trozo de hamburguesa a la boca le dije que iba al baño, y el solo atino a asentir, me incorpore lentamente, y me encamine hacia los baños, pero al pasar al lado de la puerta de salida, doble rápidamente y corrí hacia el auto, las llaves se deslizaron en el tambor, como si ya hubiesen estado puestas antes, y yo acelere, el ultimo atisbo que tengo de Gabriel, es verlo a través del retrovisor agitando la mano y gritando cosas que yo ya no podía escuchar”.
Los ojos de ella miraron rápidamente al suelo, seguramente ella sabia como había seguido la historia desde aquel momento, tengo entendido que salio en varios canales, y fue noticia por mas de dos semanas, pero no desperdicie ese momento y continué con mi historia
“Desde aquel momento, me sentía un prófugo de la ley, y durante 2 años viaje por todo el país, intentando no mantenerme mucho tiempo en el mismo lugar, hasta que me di cuenta, que si no me había encontrado hasta ese momento, no lo harían nunca, pero el miedo me carcomía, así que por eso jamás volví, hasta hace un par de semanas, y ahora aquí me tienes”. Ella se paro corrió la silla con suavidad, sin dejar de agarrar a su peluche, y mientras sus ojos comenzaban a sacar chispas, me pregunto algo que al parecer, lo traía dentro suyo desde hacia años – ¿Has estado con otras?- . Al terminar la frase, su mirada se clavo fijamente en mi, pensé rápidamente en mentirle, pero el miedo me lo impidió, además, supongo que ella lo hubiese notado en el preciso instante en que algo que no fuese cierto saliese de mi boca. “si eh estado con otras” dije mientras escuchaba que su pulgar amantillaba la pistola, dejándola a punto de disparar, nuestras miradas se cruzaron por un interminable segundo, creo que mis ojos pedían a gritos un poco mas de vida, y ella lo noto, por eso mientras susurraba “no podré mirarte a la cara mientras hago esto” apretó algo que estaba en su bolsillo y las luces se apagaron automáticamente.
Mi cabeza lo pensó apenas pocos instantes, y en cuanto la luz se apago me tire hacia delante, y mientras escuchaba como el balazo picaba contra el suelo, la pata mas desgastada de mi silla se rompía y pude rápidamente sacar los brazos, en ese momento, volví a oír otro disparo, pero había volado en dirección contraria a donde me encontraba, haciendo un ruido demasiado ensordecedor al chocar contra la pared de chapa, ella comenzó a correr en hacia una de las esquinas del garaje, sus zapatillas hacían un eco terrible. Apenas pude incorporarme, tome la pata de la silla que se había roto, y empuñándola con fuerza, me dirigí hacia donde supuse que ella estaría, camine haciendo el menor ruido posible, pero en aquel silencio cargado, mi respiración me parecía una sinfonía militar. Luego de un par de zancadas me detuve en seco, las luces se habían encendido de golpe y allí estaba ella, acurrucada contra una esquina de la ese sucio garaje, abrazando con una mano el conejo, y con la otra apuntando directamente a mi estomago, tarde un instante en darme cuenta en la situación que estaba, ella acurrucada y yo levantando la madera como si estuviese a punto de golpearla, la mire a lo ojos, estaban a punto de llorar, y mientras bajaba la mano, pude susurrarle, -La segunda razón, es que todavía te amo-… Un ruido sordo lleno la habitación.